Cada día hay más conciencia de la importancia de la lectura literaria, cada día se producen y se venden más libros, pero también cada día cedemos más nuestra decisión de compra ante el librero o las sugerencias de la contraportada. Por qué no confiar en nuestro buen gusto, si el libro nos divierte, si resulta algo más que correcto y está escrito con calidad literaria, si promueve nuestro asombro y deleite, lo más seguro es que lo compartiremos con gozo, con interés y, sobre todo, con sinceridad.
Contar una historia es una experiencia divertida que requiere de nuestra imaginación, creatividad y habilidad verbal, hay que pulir las herramientas, ensayar una y otra vez y entonces sí acercarse al público infantil.